El conocimiento ha ocupado siempre el lugar central del crecimiento económico y de
la elevación progresiva del bienestar social. La capacidad de inventar e innovar, es
decir, de crear nuevos conocimientos y nuevas ideas que se materializan luego en
productos, procedimientos y organizaciones, ha alimentado históricamente al
desarrollo. En todo tiempo han existido organizaciones e instituciones eficaces en la
creación y difusión de conocimientos, desde las corporaciones de la Edad Media hasta
las grandes empresas de comienzos de siglo y desde las abadías cistercienses hasta las
academias científicas reales que surgen a partir del siglo XVII
Sin embargo, la expresión "economía fundada en el conocimiento" acaba de surgir.
Se trata por tanto de marcar una ruptura y de señalar una discontinuidad con relación a
los períodos precedentes. Cabe observar esta ruptura a diferentes niveles de análisis
Paul A. David es Senior Research Fellow en All Souls College, Oxford,
y catedrático de economía de la Universidad de Stanford. E-mail:
paul.david@economics.ox.ac.uk
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